Autismo – Las vacunas son inocentes (Parte 2)

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 Autismo – Las vacunas son inocentes (Parte 2)

Aunque docenas de estudios (que examinaron a más de 1 millón de niños) no han logrado encontrar ninguna asociación creíble entre las vacunas y el autismo, la especulación de que ambos están relacionados continúa en la mente de los padres. ¿Por qué? Una razón es que muchos padres notan que su hijo parecía desarrollarse normalmente hasta los 18-24 meses... justo en el momento de las vacunas de rutina. Pero, ¿podría ser simplemente una coincidencia esta pérdida repentina de habilidades? ¡Absolutamente sí!



Cada día suceden cosas serias y sorprendentes, por pura casualidad. Piénselo de esta manera: en un país grande como Estados Unidos, una coincidencia entre un millón ocurre 300 veces al día. Aproximadamente 48.000 niños son diagnosticados con autismo cada año y en aproximadamente 1/3 de esos casos (16.000/año... 300/sem) son niños con desarrollo normal que muestran un deterioro abrupto (un tipo especial de esta enfermedad llamado autismo 'regresivo'). La regresión suele aparecer entre el primer y tercer cumpleaños del niño, un período durante el cual recibe cuatro vacunas distintas.



Haga los cálculos y rápidamente se dará cuenta de que cada año, más de 1200 niños caerán en autismo durante los períodos de 1 semana que siguen a estas 4 visitas de inyecciones... simplemente por pura y absoluta casualidad. Una probabilidad tan alta de coincidencia significa que un padre que escucha que entre 4 y 5 niños pequeños (o incluso entre 4 y 500 niños pequeños) empeoran después de las inyecciones puede fácilmente ser engañado y asumir que la causa del autismo fueron las inyecciones... pero eso sería ser una conclusión totalmente falsa.

Los científicos han investigado repetidamente a niños pequeños con problemas repentinos de desarrollo y no han encontrado ningún vínculo con las vacunas. Los científicos de la Universidad de Michigan que analizaron a 351 niños con autismo (la mitad con la forma regresiva) observaron que la edad promedio de la regresión fue de 19 meses y no encontraron correlación con el momento en que se aplicaron las inyecciones. Quizás la principal razón por la que los padres han creído en las afirmaciones infundadas de quienes evitan las vacunas es el actual “vacío científico”.

Los líderes gubernamentales y médicos han reaccionado a la explosión del autismo con un letargo horrible. Como resultado, carecemos de respuestas creíbles a muchas preguntas apremiantes. Este vacío ha permitido que el viento frío de la especulación propague dudas y miedos en los corazones y las mentes de los padres preocupados. Algunos padres que se saltan las vacunas lo hacen porque las enfermedades son muy poco comunes. Pero la gran ironía es que la única razón por la que asesinos como la polio y la tos ferina se han vuelto tan poco comunes... es por todos los demás padres que se han asegurado de que sus hijos estuvieran inmunizados.